“Más que una buena amistad”, como se lee en una dedicatoria del artista a Miguel Fernández-Braso en una pequeña pintura de 2011. Desde ese año y hasta la actualidad la colaboración y el vínculo entre el artista, el galerista y la galería ha sido continuo y se ha manifestado de diferentes formas. Expuso su obra por primera vez en 1974 en Rayuela, en una exposición colectiva titulada “Serie retratos”. Participó, también, en 1976, en un “Homenaje a Tiziano” y expuso ese mismo año, ya de forma individual, las “Cartas de amar”. En 1975 nace la revista de las Artes Guadalimar, creada por Miguel Fernández-Braso. En el primer número de la publicación se puede leer un reportaje sobre la obra de Eduardo Sanz firmada por Marcos Ricardo Barnatán. La revista difundirá hasta el final de la publicación, en 2002, el trabajo del artista. Barnatán, un año después, publicará una biografía sobre el artista, “Las metáforas de Eduardo Sanz”, en ediciones Rayuela. En la década de los noventa participa en varias exposiciones colectivas en la galería Juan Gris hasta que realiza su primera individual en 2003. Con motivo de esa exposición Cuadernos Guadalimar publicará un monográfico sobre el artista. En Juan Gris volverá a tener individuales en 2007 y 2010. En 2013, ya en el nuevo espacio de la galería Fernández-Braso, tuvo lugar la última exposición en vida de Eduardo Sanz: “Mar a la vista: 1943-2012”.
“Marinero en tierra”, la exposición actual, mostrará una escogida selección de pinturas realizadas entre 1975 y 1978 de la serie “Cartas de amar” y un conjunto de “marinas”, género pictórico que el artista se propuso renovar a finales de los años 80. El catálogo impreso que complementa la exposición contará con un texto de presentación de José María Lafuente, empresario, coleccionista y creador del Archivo Lafuente.
Antes de todo esto, el deseo de convertirse en artista le lleva a Madrid en 1953, año en el que ingresa en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando. Manuel Alcorlo, Alfredo Alcain, Antonio Zarco o la artista Isabel Villar, su futura mujer, serán algunos de sus compañeros en la escuela. Forman el grupo “La cepa”, nombre prestado de un bar cercano a la Academia. Son los años del boom del arte abstracto en España, tanto en la versión expresionista como geométrica. Sanz se deja llevar por el informalismo, iniciando una etapa de aprendizaje y experimentación que sin embargo le aportará sus primeras exposiciones individuales tanto en galerías de arte nacionales (Sala Delta, Santander, 1956) como en eventos internacionales (Bienal de Venecia, 1962). Se publicarán, también, los primeros escritos sobre su obra, como los dos artículos que le dedica el poeta y crítico Juan Eduardo Cirlot en 1961. En 1964 nace su hijo Sergio, que será también artista.
La década de los sesenta será la más vanguardista, internacional y de mayor repercusión en su trayectoria. Con una obra realizada con cristales y espejos entra, para permanecer hasta la actualidad, en los libros de Historia del Arte con exposiciones como la realizada en el Ateneo de Madrid en 1964. Son años de una gran actividad, con muestras repartidas por distintas ciudades europeas (Bienal de Venecia, 1966) y latinoamericanas (Bienal de Sao Paulo, 1963). Consolida sus exposiciones en galerías de arte de distintas ciudades españolas: Santander, Barcelona, Madrid, Bilbao… su obra es adquirida por coleccionistas internacionales y por los primeros coleccionistas y mecenas españoles (Fernando Zóbel adquiere en 1965 una obra para el Museo de Arte Abstracto de Cuenca). A finales de esa década será importante su amistad y complicidad con el crítico e historiador valenciano Vicente Aguilera Cerni. Forma parte del grupo “Antes del Arte”, creado por el mismo crítico, quien también escribirá la primera biografía sobre el artista en 1973. A finales de los años 60 participará en los seminarios y en la exposición del Centro de Cálculo de la Universidad Complutense de Madrid.
La primera mitad de la década de los setenta es la de la consolidación de su trayectoria. Con exposiciones tanto fuera de España (Caracas, 1971) como dentro (Museo Español de Arte Contemporáneo, Madrid, 1973). A mediados de los setenta se produce otro gran cambio en su trayectoria. Vuelve a la pintura con la serie “Cartas de amar”, basada en el código visual de las señales marítimas. Presenta la obra en la galería madrileña Kreisler 2 en 1976. En 1980, en la misma galería, Julio Caro Baroja escribirá el prólogo de su siguiente exposición.
A partir de 1979 comienza una nueva etapa. Junto a su amigo y colaborador Ricardo Toja recorrerá la costa española pintando los “Faros”. Lo cuenta en “Derrotero”, segundo volumen de su libro de memorias, publicado en 2004. En 1981 celebra una exposición retrospectiva en el Museo Municipal de Pintura de Santander. En 1984 inaugura “El Faro” en las salas de la Biblioteca Nacional de Madrid. Francisco Calvo Serraller escribe uno de los textos del catálogo. A partir de esos años, el historiador y crítico tendrá un papel importante en la labor de difusión de su trabajo, ya sea a través de textos de catálogos de exposiciones como en artículos para la prensa escrita, principalmente el diario El País.
A finales de los 80 comienza una nueva etapa. Desaparecen los faros de las pinturas para dar todo el protagonismo al mar. En un estilo entre el hiperrealismo y el pop, se propone reinventar el género de la marina. Esta nueva obra la presenta en la galería Sen de Madrid en 1988. Será su galería de referencia hasta bien entrados los 2000. Su pintura se convierte en un habitual de la feria ARCO. Realiza exposiciones por toda la geografía nacional. Los medios de comunicación difunden su trabajo. Todo esto contribuirá a popularizar esta última serie de pinturas. En 1999 realiza una exposición retrospectiva en el Palacete del Embarcadero de Santander.
Comienza el nuevo siglo con la exposición “Mar adentro” en el Palacio de la Diputación Provincial de Cádiz. Expone la serie “Faros” en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. 2002 será un año importante para Eduardo Sanz. El artista se encuentra con la obra de Hokusai en una exposición en París, quedando subyugado por la “Gran ola” y por los grabados del monte Fuji. Le dedicará una serie de pinturas, fusionando sus marinas con la estética del gran maestro japonés, que mostrará en 2009 en Santander y Madrid. En 2004 la Editorial Valnera publica en dos volúmenes las memorias del pintor. En 2005 dona a la Autoridad Portuaria de Santander la Colección Sanz-Villar. El conjunto de obras de Eduardo Sanz junto a las de otros artistas así como de múltiples objetos y curiosidades se expone desde 2006 de forma permanente en el Faro Cabo Mayor. En 2010 realiza la que será su última serie de dibujos y pinturas, “Cachón con patatas”, homenaje a la cultura popular de su tierra. Esta obra se reunió y publicó en Ediciones la Bahía en 2012.
En 2017 Ruth M. Cereceda, en Montañas de Papel Ediciones, publica “Azul Mar Mahón. La trayectoria artística del pintor Eduardo Sanz”, publicación guía y referencia a la hora de redactar esta breve biografía sobre el artista.
Eduardo Sanz fallece en 2013 en Madrid.