La galería de arte Fernández-Braso presenta, por primera vez en este espacio, una exposición dedicada a la artista Rosa Brun (Madrid, 1955). La muestra se inscribe dentro del programa Apertura 2016, organizado por la Asociación de Galerías de Arte Contemporáneo de Madrid.
«Monje a la orilla del Mar», 1809-10, de C. D. Friedrich, una de las obras más emblemáticas del romanticismo alemán, ha sido para Rosa Brun una referencia artística y emocional a lo largo de su carrera. Una pequeña figura contemplando la inmensidad de la creación a través de tres elementos, de tres planos de color: playa, mar y cielo. Esa experiencia religiosa, trascendental, adquiere en el siglo XIX categoría estética: lo sublime romántico; concepto que evolucionará a lo largo de la Historia del Arte hasta llegar a mediados del siglo pasado a adquirir otra denominación: lo sublime abstracto. Artistas como Clyfford Still, Mark Rothko y Barnett Newman muestran afinidades visuales y emocionales con sus precedentes. Las figuras y la evocación de la naturaleza se transforman en grandes campos de color que sobrecogen al espectador. Robert Rosemblum, el gran crítico e historiador norteamericano que investigó y publicó esta deriva del arte, apunta[1] que «hay un aspecto no menos fascinante de la obra de Still, que es la paradoja de que cuanto más elemental y monolítico es su vocabulario, más complejos y misteriosos son sus efectos».
Rosa Brun siempre ha destacado la importancia de Rothko y Newmann en su trabajo. También lo subrayaba[2] la comisaria M.C. Cerullo, «el movimieto colorfields propone el tratamiento de la pintura como objeto autónomo. En esta pintura el color se libera de sus funciones denotativas, relacionales y delimitantes adquiriendo un valor independiente, ya no se presenta en pequeñas superficies delimitadas geométricamente sino que el color satura las grandes dimensiones de las obras. Es dentro de este contexto que debemos aproximarnos a la obra de Rosa Brun».
Juan Manuel Bonet lo expresó[3] nítidamente en el texto del catálogo de la exposición comisariada por Alfonso de la Torre On colour: «Para entender el trabajo de la pintora, su rigor purista, su amor por las formas elementales y los colores rutilantes, su modo de combinar audazmente distintos materiales y de salirse de los límites del cuadro y de su oficio, a veces con planteamientos que nos llevan hacia el territorio de la escultura o incluso de la instalación,
obviamente hay que hacer referencia al arte minimal norteamericano y sus antecedentes, pero también a sus equivalentes europeos -por ejemplo el alemán y pionero Blinky Palermo-.»
La exposición que podrá verse en Fernández-Braso, formada por una veintena de obras realizadas en los dos últimos años, es un paso más en la coherente y progresiva evolución de Brun, «planteando diferentes lecturas del espacio y de la materia, investigando la relación entre ambas, sus implicaciones perceptivas, así como la noción de límite», en palabras[4] de la artista. Las pinturas -u objetos pintados-, están constituidos por diferentes planos «que se solapan o tapan dejando entrever líneas y bordes semiocultos que multiplican la visión final de la obra, redefiniéndose en función del punto de vista del espectador».
Los títulos de las obras de la exposición hacen alusión a océanos y mares, lejanos y exóticos. Rojo, Negro, Kara, Aral, Baffin, Bohai, Frisia, Wadden… No es casualidad que el término latino classicus proviene de classis, literalmente flota (naval), con la que los romanos intentaron organizar un orden geométrico y estéticamente coherente en el caos sobrecogedor de las aguas del mar. Volvemos a Friedrich. Y de él otra vez a Rosa Brun.
[1] Robert Rosemblum, Lo sublime abstracto. En La abstracción del paisaje. Del Romanticismo nórdico al expresionismo abstracto. Fundación Juan March, Madrid, 2007-2008.
[2] M.C. Cerullo, Color on Color, Frost Art Museum, Florida-MACBA, Buenos Aires, 2011.
[3] Alfonso de la Torre, On Colour, Ámbito Cultural de El Corte Inglés, Madrid, 2015.
[4] Rosa Brun, en conversación con la galería.