La obra de Broto, notablemente influida en sus comienzos por el colectivo francés Suport-Surface, las revistas Tel Quel  y Peinture, cahiers théoriques entre otras publicaciones, y especialmente por los escritos teóricos de Marcelin Pleynet y el expresionismo abstracto, ha sido también relacionada con algunos postulados minimalistas; de hecho él es uno de los mayores exponentes de la llamada Pintura-pintura, y por tanto uno de los artistas que más ha reivindicado la abstracción frente a la figuración y al arte conceptual. Siempre consideró que las dos dimensiones del lienzo constituían el ámbito idóneo para la representación artística, creando en sus obras un espacio capaz de provocar infinitas evocaciones y sugerencias por medio de composiciones deliberadamente abstractas. Broto prescinde del mayor número de elementos creando unas composiciones extraordinariamente sintéticas en las que superpone una serie de signos abstractos muy gestuales de gran capacidad metafórica y sugestiva que flotan sobre la superficie de cada lienzo. La importancia concedida al vacío, el uso de gamas cromáticas intensas que crean multitud de contrastes y armonías que aparecen suspendidas en atmósferas cristalinas y silenciosas son características presentes en toda su obra. Otra faceta de su trabajo más reciente es el uso del ordenador como una paleta de pintor. Por medio de programas de diseño compone imágenes en las que las gamas cromáticas, las formas y las transparencias que ya eran innumerables en sus obras anteriores se multiplican ahora por mil aprovechando las infinitas posibilidades del ordenador. Por último hay que saludar la incorporación a su producción artística de imágenes pictóricas en movimiento de las que tuvimos un buen ejemplo en el DVD presentado en su exposición de La Lonja en 2006 o en la escenografía de la ópera «La Noche y la Palabra», con música de José Manuel López López y libreto de Gonzalo Suarez presentada en la bienal de Venecia de 2004.

En la actualidad José Manuel Broto reside y trabaja en Mallorca. Desde sus comienzos  ha realizado más de ciento sesenta exposiciones personales y cerca de cuatrocientas colectivas. Sus cuadros figuran en museos y grandes colecciones y ha recibido numerosos premios y distinciones entre los que destaca en 1988 el Grand Prix du Salon de Montrouge, 1995 Premio Nacional de Bellas Artes, 1996 Académico correspondiente de la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luís, 1997 Premio ARCO de la Asociación de Críticos, 2003 Medalla de Oro de la Ciudad de Zaragoza, 2003      Premio Aragón Goya de Grabado.